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Amantini como exorcista

octubre 18, 2020
Amantini

Amantini se dedicó durante años a la enseñanza del hebreo y de la Sagrada Escritura, pero un empeoramiento de su salud lo obligó en 1961 a una larga estancia en el hospital y abandonó la docencia por la enfermedad. A través de ese difícil proceso llegó a la misión que Dios tenía para él, combatir directamente al maligno.

A partir de este momento tuvo inicio el cambio que le llevó a ejercer habitualmente el ministerio por el cual es más conocido: el de exorcista, conocido «Amantini el exorcista».

Mientras enseñaba ya había ayudado al padre Alessandro Coletti, más joven que él, en algunos exorcismos en la diócesis de Arezzo. Pero en 1962-1963, por la piedad, la prudencia y la integridad que se le reconocían como valores a Amantini, fue nombrado oficialmente exorcista en la diócesis de Roma, Italia.

Para llevar a cabo este difícil ministerio le daban fuerza la oración y, particularmente, el rosario, y la adoración eucarística: como relatan sus hermanos, también Amantini, tenía la costumbre de levantarse en medio de la noche para acompañar durante una hora al Santísimo.

Amorth relató en un libro el simpático episodio, recordando las palabras del purpurado: «Querido padre Gabriele, no hace falta que diga nada. Así lo he decidido -dijo Poletti-, y así debe ser». Y además dijo: «La Iglesia tiene una desesperada necesidad de exorcistas, Roma sobre todo. Hay demasiadas personas que sufren porque están poseídas y no hay nadie encargado de liberarlas (…) Hace tiempo que el padre Amantini me ha pedido una ayuda y siempre he evitado la cuestión porque no sabía a quién enviarle. Cuando usted me ha dicho que le conocía, he comprendido que no podía retrasarlo más. Usted hará el bien. No tema. El padre Amantini es un maestro especial. Sabrá cómo ayudarle».

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