El diablo está de moda en el Vaticano, y no por exorcistas como Amantini sino con el papa Francisco que lo menciona cada vez con mayor frecuencia, atribuyéndole la responsabilidad de los principales males de la humanidad inclusive dentro del Vaticano y de la Iglesia en general.
Por lo pronto, hay que decir que está muy lejos la época en la que los exorcistas imploraban ayuda al Vaticano, lamentando que trabajaban como «ratones en las cloacas». Expresiones ciertamente fuertes, que también reflejaban la indiferencia hacia la labor de los cazadores de Satanás, no siempre apreciaban los obispos como si el argumento fuese tabú.
Era como si el diablo fuese sobre todo una especie de superstición, fruto de la ignorancia o, peor aún, la imagen de una producción cinematográfica pero no entre exorcistas como Amantini.
Juan Pablo II intervino en esta compleja situación y ordenó un estudio sobre la materia. Llegó así a la creación de un registro de los exorcistas habilitados oficialmente a realizar esta labor, considerada necesaria y al mismo tiempo muy difícil. Y esto porque la primera fatiga de un exorcista es comprender la naturaleza del problema, es decir, si se está de frente a una persona verdaderamente endemoniada o si se trata de una manifestación de origen siquiátrica.
Los 410 exorcistas como Amantini de todo el mundo inscritos en la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE), único organismo sobre esta materia reconocido por el Vaticano, cuentan con un estatuto jurídico, gracias al decreto firmado el 13 de junio de 2014 por el papa Francisco.
Fue el padre Gabriele Amorth, fallecido el 13 de junio de 2016 a la edad de 91 años y considerado el “número uno” de los exorcistas como Amantini. Quien tuvo la idea de crear el registro. Precedentemente, en la década de los años 90, Karol Wojtyla (Juan Pablo II) afrontó el problema también desde el punto de vista práctico.
Efectivamente, al finalizar una audiencia del miércoles, Juan Pablo II quiso ayudar a una niña romana, de nombre Nicoletta. En cuyo cuerpo albergaban diversos demonios. El monseñor que la condujo a la salita adyacente al aula “Pablo VI” fatigaba a tenerla con la ayuda de dos gendarmes. Una fuerza sobrehumana parecía haberse apoderado de la pequeña jovencita que vomitaba palabras horribles contra Dios, la Virgen y la fe.
Karol Wojtyla hizo el exorcismo, pronunció las frases de rito y arrojó a la endemoniada agua bendita hasta que se tranquilizó.
A partir de entonces, el tema del demonio y de su presencia en la vida también eclesiástica, fue creciendo paulatinamente, Y algunas universidades pontificias empezaron a organizar cursos sobre el argumento.
Es más, el tema de la presencia del diablo en la sociedad y en la Iglesia, lo subrayo claramente el mismo pontífice argentino. “Es necesario dejar de considerar a Satanás y el satanismo como un argumento tabú dentro de la Iglesia, en donde es subestimado o inclusive censurado”.
Desde sus primeras homilías matutinas, Francisco ha citado con inusual frecuencia al diablo. Comentando las lecturas evangélicas y reflexionando sobre los males del mundo de hoy. Cuyo origen, según el jefe de la Iglesia católica, tiene su origen en la acción nefasta del “Príncipe de las Tinieblas”.
Bergoglio combate abiertamente al demonio, a quien no considera un mito, sino “una persona”, una presencia real y sumamente insidiosa. Lo considera el peor enemigo de la Iglesia. Y a él atribuye también los problemas, los venenos y los contrastes entre parte del clero y su acción pontificia. Como los exorcistas como Amantini.
Exorcistas como Amantini en el mundo
En el mundo son 410 los miembros inscritos en la Asociación Internacional de Exorcistas (AIE). A los cuales se agregan 125 auxiliares y un número impreciso que no forma parte de la AIE.
El número de los inscritos a la AIE está considerado muy inferior a las solicitudes de exorcismos cada vez más numerosas en el planeta.
En este contexto, como precisó el padre Francesco Biamonte, presidente de la AIE, cabe señalar que “el ministerio del exorcista no puede ser ejercido con superficialidad y con aproximación. Ni como si fuera un ‘hobby’ o un juego. El exorcismo es una lucha, a veces muy dura, contra el poder de Satanás. Una lucha que no podemos sostener solo con nuestras fuerzas, pero que exige una profunda unión con la cruz de Cristo”.
Se necesita por lo tanto contar con una amplia preparación, antes de ser declarado oficialmente un exorcista.
Son varias las señales de la posesión diabólica: Hablar normalmente lenguas desconocidas o entender a quien las habla; conocer cosas ocultas. Manifestar fuerzas superiores a la edad o a la condición física de la persona y tener aversión hacia lo sagrado. También hay señales particulares en los ojos, en la forma de pensar e incluso en el estómago.
Pero Satanás también se revela en forma más sofisticada. Como afirma el papa Francisco, e “induce a cometer actos malvados, inclusive de manera aparentemente involuntaria”.
La mayoría de los exorcistas, 250. Están en Italia, seguida en Europa por Polonia (120), Reino Unido (28), España (15), Francia (15), República Checa y Eslovaquia (9), Lituania (8), Portugal (5). Bélgica e Irlanda (4), Alemania y Austria (3), Suiza (2) y Eslovenia (1).
México es el segundo país con más exorcistas en el continente americano. Con 15, aunque algunas fuentes hablan de alrededor de 120 que no serían reconocidos oficialmente. Estados Unidos tiene 21; Brasil, 5, Argentina, 3; Colombia, 3; Paraguay, Chile, Bolivia y Canadá con 1.
En Asia y África pocos países tienen apenas un exorcista.
Con información de El Sol de Mexico
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