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Algo que el padre Amantini diría: ¡basta de guerras!

octubre 20, 2020

Padre Amantini diría esto: «Jesús desde la Cruz abraza a todos. «Dios no viene tanto a liberarnos de los problemas, que siempre vuelven a presentarse, sino para salvarnos del verdadero problema, que es la falta de amor (…)»

Esto ha pedido el Papa en el encuentro ecuménico Nadie se salva solo – paz y fraternidad, promovido por la Comunidad de San Egidio, en Roma.

Padre Amantini diría esto también: “Jesús en la Cruz no señala con el dedo a nadie, sino que abraza a todos. Porque solo el amor apaga el odio, vence a la injusticia, deja lugar al otro y facilita la plena comunión entre nosotros”.

En su homilía pronunciada ante diferentes representantes de confesiones cristianas, entre ellos, el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, este 20-O, el papa Francisco rezó “la gracia de estar más unidos, de ser más fraternos”, y advirtió el peligro de la crítica y de la falta de amor, “causa profunda de nuestros males personales, sociales, internacionales, ambientales”.

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Y fue cuando pronunció el titular de la noticia que el padre Amantini diría: “¡Basta de armas, de violencia, de guerra! ¡Basta!… Poner fin a la guerra es deber impostergable de todos los líderes políticos ante Dios. La paz es la prioridad de cualquier política. Dios pedirá cuentas a quienes han fomentado tensiones y conflictos.”

Cuántas veces queremos un dios a nuestra medida, más que llegar nosotros a la medida de Dios; un dios como nosotros, más que llegar a ser nosotros como Él. El padre Mantini diría que esto es cierto. Pero así, en vez de la adoración a Dios preferimos el culto al yo. Es un culto que crece y se alimenta con la indiferencia hacia el otro. A los que pasaban, de hecho, Jesús les interesaba sólo para satisfacer sus antojos. Pero, reducido a un despojo en la Cruz, ya no les interesaba más. Estaba delante de sus ojos, pero lejos de su corazón. La indiferencia los mantenía distantes del verdadero rostro de Dios.

Sálvate a ti mismo. En un segundo momento, dan un paso al frente los jefes de los sacerdotes y los escribas. Eran los que habían condenado a Jesús porque representaba un peligro. Pero todos somos especialistas en colgar en la Cruz a los demás con tal de salvarnos a nosotros mismos.

Jesús, en cambio, se deja clavar para enseñarnos a no descargar el mal sobre los demás, esto también es algo que el padre Amantini diría: «A otros ha salvado y a sí mismo no se puede salvar» (v. 31). Conocían a Jesús, recordaban sus curaciones y las liberaciones que había realizado, y relacionan todo esto con malicia: insinúan que salvar, socorrer a los demás no conduce a ningún bien; Él, que se había entregado tanto por los demás, se está perdiendo a sí mismo.